Desde la redacción de la Revista Integración queríamos darles las gracias por la gran cantidad de textos y fotografías que nos han enviado, de los que sólo podemos mostrar una parte, y animarles a que sigan colaborando con nosotros enviando todo aquello que pueda ser interesante para mejorar la publicación.
Asimismo, nos gustaría que nos indicaran aquellos temas que les pueden resultar de interés para poder tratarlos con más profundidad en la revista, así como sugerencias para mejorar la calidad de la misma, y convertirla en una revista útil en la que los lectores tengan su participación y cabida.
También nos gustaría que nos contaran su historia, como ha sido su vida y experiencia desde la discapacidad, para que la gente conozca el afán de superación que tienen estas personas y pueda servir de ánimo a aquellas que se encuentran en su misma situación.
La redacción de Integración pretende que la revista sea un referente en lo que a publicaciones sobre discapacidad se refiere y un foro donde las personas con algún tipo de discapacidad puedan expresarse. Por ello pedimos que si realizan algún tipo de actividad artística o de cualquier índole, se pongan en contacto con nosotros para conocer su trabajo, con la posibilidad de hacer un reportaje para nuestra publicación.
Envíen sus textos a la atención de Jónathan a la siguiente dirección:
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Edif. Ipanema
38005 S/C de Tenerife
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Una anécdota más
Casi siempre no es nada lo que hay que hacer para hacer posible la movilidad de las personas con discapacidad. Un simple bordillo puede impedir que alguien en silla de ruedas deje de realizar algo importante en su vida. Se sabe que el abanico de posibilidades de acceso que el discapacitado tenía en los años 70 era prácticamente nulo. Pero aún nos toca oír barbaridades referentes a barreras arquitectónicas por parte de profesionales de la rama universitaria.
La anécdota que viví esta semana en la entrada de un centro médico particular me sorprendió tanto que quisiera compartirla con los lectores de la Revista Integración, ya que muchos de sus socios, al igual que yo, tienen alguna discapacidad y seguramente le habrán ocurrido cosas como lo que les comento ahora.
Cuando llegué al Centro, una enfermera salió a la puerta del mismo, para ayudarme a subir el escalón de la entrada. En ese momento llegó uno de los médicos que hacen el servicio allí y comentaron que se estaba haciendo una reforma dentro, para luego terminar con la colocación de una rampa en la puerta. Esto último se lo comentó la enfermera al médico y entonces vino la bomba. Este profesional, con título académico, comenta: – ¿Para qué una rampa? Si viene alguien en silla de ruedas será cada tres o cuatro meses y para eso no vale la pena.
Entonces me pregunté: ¿Quién y cómo le quita la barrera mental a este hombre? Luego, le comenté mi derecho al acceso. Y como es justo, se hará la rampa.
Mercedes Gil
A mí querida Laguna
Todos mis movimientos son tan torpes, tan lentos, y yo no era consciente…
Cuando llegué no había nadie, sólo una mesa llena. Cuando entré todos me miraron perplejos…
Ummmmm… ella otra vez, ya ha vuelto
Me acerqué y enseguida me acompañaron a una mesa, rodé una silla, saqué el móvil y los cigarros preparándome para esperar un buen rato, me pedí una cerveza y encendí el cigarro…y empecé a achicar la mirada…
¡Joder, que estrecha era la acera!, y para entrar en uno de los únicos bares que no tiene ningún escalón en la entrada hay un pequeño resalte que no me dejaba casi pasar. Me las tuve que ingeniar y por supuesto en todos los alrededores no hay ningún rebaje por lo que, si quisiera hacerlo sola, lo que sería una total barbaridad para mi supervivencia en esta ciudad, jamás podría.
La acera tenía algo de desnivel y al avanzar iba haciendo pequeños caballitos que me emocionaban peligrosamente. En una parte se estrechaba más la acera por los tres escalones de una casa malcolocada y un pivote de los que había ahí haciéndome el camino más divertido. Tira pa´ lante María, notaba la mirada de mi madre detrás mientras se sentaba en el coche. Que atrevimiento tiene pensó, por lo menos la dejé encima de la acera en medio de esta jungla de barreras, al entrar ya la ayudarán,… loca, está loca!
Aquí todo es igual, si tuviese la locura de pretender hacer algo por mí misma no podría. ¡Pero si es que ni siquiera quepo por la puerta del baño! Ja ja ja. ¿Pero es qué no se tiene vergüenza?
¿Y si yo condujera? Es que ya no me atrevería a intentar decir nada por la vergüenza ajena que me entra.
En la última carta que me contestaron en el Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna me dijeron que adaptar la ciudad para todos los ciudadanos era su máxima prioridad.
Todos mis movimientos son tan torpes, tan lentos, ahora veo que todos tienen su estilo…y no son torpes, son desarticulados…
Mery
CONVENCION O.N.U.
Cuando los libros de historia hablen de los acontecimientos más relevantes del siglo XXI, deberán decir que marcó un antes y un después en el mundo de la discapacidad.
El pasado diciembre, la Asamblea General de la ONU adoptó la “Convención sobre los derechos de las Personas con Discapacidad”. Convención que fue firmada, en los inicios de este año, por más de 70 países de todo el mundo, en la sede de la ONU, convirtiéndose, por tanto, en el primer tratado de derechos humanos del siglo XXI. Se presume que a finales de este año, haya sido ratificado por al menos 20 países y pueda entrar en vigor.
Cuando los libros de historia hablen del siglo XXI, deberán decir que fue el momento en el que se inició el despertar de un sueño y se comenzaron a hacer realidad los anhelos de un gran colectivo que, pese a tener los mismos derechos que el resto, ha tenido que trabajar duro para evitar la discriminación y para hacer entender que necesitan rodearse de unos servicios, bienes e infraestructuras accesibles. Sólo con eso, las personas con discapacidad, pueden ser, deportistas, empresarios, profesores o empleados como los demás.
Es este el momento en el que se debe comenzar a trabajar para transformar nuestras ciudades en ciudades para todos. De hacer realidad el derecho a la movilidad y a la autonomía personal. Ha llegado la hora de hacer que todos nos sintamos ciudadanos de nuestra ciudad.
Ana Mengíbar.