La colaboración entre el Gobierno de Canarias y el Cabildo de Fuerteventura ha permitido desbloquear los trámites para poder ejecutar el Proyecto Monumental de Tindaya. El proyecto, ideado por el fallecido escultor vasco Eduardo Chillida, se encuentra actualmente con el proyecto de ejecución ya redactado, y en fase de exposición de todos los condicionantes ambientales. La intención del Gobierno de Canarias, auténtico promotor, es que antes de verano ya pueda estar contratada la obra, para a partir de entonces comenzar los trabajos, que según el Cabildo podrían estar finalizados en un plazo de 4 o 5 años.
El Proyecto de Tindaya parte de un concepto artístico de Eduardo Chillida en el que plantea incluir el vacío y el espacio en el interior de la Montaña, a partir de la creación de un gran cubo de 60×60 metros, que contaría con una gran chimenea mirando a las estrellas y otra hacia el mar.
Administrativamente, la historia comienza diez años atrás, cuando en mayo de 1995 el Gobierno de Canarias declaró este proyecto artístico ‘de interés para Canarias, con especial relevancia para Fuerteventura’.
Incluso desde antes, la idea cuenta con el respaldo unánime de las administraciones y de todos los grupos políticos con representación en los ayuntamientos y el Cabildo de Fuerteventura, en el Gobierno de Canarias, e incluso los que cuentan o han contado con representantes en el Congreso y en el Senado por Fuerteventura. En contra, colectivos sociales, científicos y partidos ecologistas que nunca han logrado representación alguna en las instituciones de Fuerteventura.
No obstante, los problemas legales, con denuncias ante los tribunales por medio e investigaciones abiertas, consiguieron retrasar los trabajos seis años, hasta que en 2001 el Gobierno de Canarias acordó poner en marcha el proceso para determinar la viabilidad del proyecto de Eduardo Chillida. Desde entonces la contratación y redacción de toda la base científica de los trabajos han requerido de más de tres años, hasta que con el comienzo de 2005 también empezó la segunda fase de los trabajos con la extracción de 10 tubos de piedra de la montaña (con unos 10 centímetros de diámetro) que permitirán contar ya con testimonios reales sobre si el interior de la Montaña resiste la cámara cúbica de unos 50 metros de arista que ideó Eduardo Chillida.
Lo cierto es que en el verano de 2005 se culminó esta segunda fase del proyecto de Tindaya con la redacción de un informe que recoge las conclusiones de los trabajos realizados.
El siguiente paso, siempre con el condicionante de que las pruebas técnicas sigan dando resultados positivos, fue la redacción del proyecto de construcción, que ahora acaba de terminar, recogiendo todos los aspectos conceptuales, cálculos estructurales, etc. El proyecto está desarrollado en una memoria y contiene planos, un presupuesto para la realización de la obra final y un pliego de prescripciones técnicas. Para todo el trabajo desarrollado hasta este punto del proyecto, el Gobierno de Canarias ha destinado casi 1,8 millones de euros.
A partir de ahora se continua con los trámites de exposición pública para alegaciones y contratación de los trabajos, que pretenden tenerse adjudicados este verano.
Equipo de prestigio
Las grandes dimensiones de la cavidad y la necesidad de mantener un respeto máximo del entorno hacen del proyecto Eduardo Chillida-Montaña Tindaya un desafío técnico único. Para responder a este reto se ha constituido un equipo de trabajo interdisciplinario formado por profesionales de la máxima cualificación y prestigio internacional, bajo la dirección del arquitecto Lorenzo Fernández-Ordóñez, quien junto a su padre, José Antonio Fernández-Ordóñez (ya fallecido), ha trabajado en el desarrollo técnico de distintas obras de Chillida.
El apartado de ingeniería corre a cargo de la empresa ARUP, una de las firmas de ingeniería más importantes del mundo, con experiencia de trabajo en los cinco continentes. Para este Proyecto ARUP trabajará en colaboración con Scott Wilson Piesold, que fue responsable del proyecto de una de las cavidades más grandes de Europa (35 metros) que ha sido construida en Suiza para el acelerador de partículas del CERN y que ha resuelto retos técnicos como la ingeniería del Sydney Opera House, del Centro Ponpidou de París o la realización del Millennium Bridge de Londres o el Eden Project.
Las precauciones ecológicas son una de las claves del proyecto. En este apartado el equipo cuenta con Santiago A. Hernández Fernández, ingeniero de caminos, catedrático de Proyectos e Impacto Medioambiental en la Escuela Politécnica de Cáceres (UEX), y junto a él trabaja Francisco Díaz-Pineda, catedrático de Ecología en la Universidad Complutense de Madrid, miembro del International Board of WWF, Gland (Suiza), miembro fundador del Centro Europeo de Conservación de la Naturaleza, ECNC, Tilburg (Holanda) y componente de su Consejo científico.
Espacio en la materia
Desde el punto de vista conceptual, el proyecto escultórico planteado por Chillida está concebido como una obra sin materiales en la que el artista se plantea no ya extraer la piedra del interior de la montaña, sino introducir el espacio. Esta concepción de obra sin materiales surge en la producción de Chillida en los años 70 cuando ilustra un libro de Jorge Guillén. Uno de sus versos, “lo profundo es el aire”, inspira al artista una serie de grabados sin tinta, donde la imagen queda impresa mediante el sello seco. Posteriormente, bajo el mismo título crea un total de 16 obras en alabastro, granito y acero. También el Caserío de Zabalaga, sede del Museo Chillida-Leku, fue transformado por él bajo la misma idea matriz de meter el espacio en el interior de un volumen preexistente. El proyecto de Tindaya comparte además otro aspecto presente en la obra de Chillida: la unión de arte y naturaleza algo que encuentra antecedentes en esculturas como El peine del Viento ubicada en San Sebastián o el Elogio del Horizonte en Gijón ambas ideadas y creadas para su emplazamiento en contacto con el medio natural.
Un diseño sin precedentes
La obra diseñada por Chillida para Tindaya se compone de una gran cámara central de proporciones básicamente cúbicas y cuyos lados podrían llegar a medir 50 metros, estando las dimensiones finales supeditadas a los estudios geológicos definitivos. La cámara tiene una gran embocadura de entrada orientada al oeste, desde la que se divisa el horizonte y el mar. El nivel del túnel de entrada se encuentra unos metros más bajo que el nivel del suelo de la gran cámara de modo que los visitantes que transiten por el túnel no interferirá la línea de horizonte del espectador. Existen además otras dos embocaduras verticales encajadas en las esquinas superiores opuestas a la entrada. Son las embocaduras del sol y la luna, a través de las que la obra recibe su iluminación. Estas dos aberturas afloran en la superficie de la montaña, una en la ladera norte y otra en la sur, y lo hacen a ras de suelo, sin ningún elemento externo que denote en la distancia su presencia.
La relación entre la escultura y la montaña ha sido planificada en el proyecto de Eduardo Chillida para que todos los valores tanto paisajísticos como arqueológicos queden salvaguardados, de modo que la escultura del artista se sume y enriquezca los valores que ya hoy posee Tindaya.