La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad consistente en la aparición de lesiones desmielinizantes, neurodegenerativas y crónicas del sistema nervioso central. Actualmente se desconocen las causas que la producen aunque se sabe a ciencia cierta que hay diversos mecanismos autoinmunes involucrados. Sólo puede ser diagnosticada con fiabilidad mediante una autopsia post-mortem o una biopsia, aunque existen criterios no invasivos para diagnosticarla con aceptable certeza. Los últimos internacionalmente admitidos son los criterios de McDonald. Por el momento se considera que no tiene cura aunque existe medicación eficaz y la búsqueda de sus causas es un campo activo de investigación. Las causas exactas son desconocidas. Puede presentar una serie de síntomas que aparecen en brotes o que progresan lentamente a lo largo del tiempo. Se cree que en su génesis actúan mecanismos autoinmunes. Se distinguen varios subtipos de esclerosis múltiple y muchos afectados presentan formas diferentes de la enfermedad con el paso del tiempo. A causa de sus efectos sobre el sistema nervioso central, puede tener como consecuencia una movilidad reducida e invalidez en los casos más severos. Quince años tras la aparición de los primeros síntomas, si no es tratada, al menos el 50% de los pacientes conservan un elevado grado de movilidad. Menos del 10% de los enfermos mueren a causa de las consecuencias de la esclerosis múltiple o de sus complicaciones.
Ahora, una vacuna utilizada para prevenir la tuberculosis en algunas partes del mundo puede ayudar a prevenir la esclerosis múltiple (EM) en personas que muestran signos iniciales de la enfermedad, según concluye un nuevo estudio en el que participaron 73 personas con un primer episodio de EM (entumecimiento, problemas de visión o con dificultades con el equilibrio), publicado en la edición digital de este miércoles de la revista ‘Neurology’. Alrededor de la mitad de todas las personas en esta situación, llamada síndrome clínicamente aislado, desarrollan esclerósis múltiple a los dos años, mientras que el 10 por ciento tiene más problemas relacionados con la EM. Para el trabajo, 33 de los participantes recibieron una inyección de una vacuna viva llamada ‘Bacillus de Calmette y Guérin’ (BCG), utilizada en algunos países para prevenir la tuberculosis, pero no en Estados Unidos, mientras al resto se le administró un placebo. Todos los participantes se sometieron a escáneres cerebrales una vez al mes durante seis meses. Entonces, recibieron el fármaco para la esclerosis múltiple interferón beta-1a durante un año y, posteriormente, tomaron el medicamento para la EM recomendado por su neurólogo. El desarrollo de EM se evaluó durante cinco años tras el inicio del estudio. Después de los primeros seis meses, las personas a las que se les aplicó la vacuna tuvieron menos lesiones cerebrales, que son signos de la esclerosis múltiple, que los que recibieron el placebo, con tres lesiones en los vacunados y siete en el resto. Al final de la investigación, el 58 por ciento de las personas vacunadas no había desarrollado la EM frente al 30 por ciento de los que recibieron el placebo. No hubo efectos secundarios importantes durante el estudio ni diferencias en los efectos secundarios entre los que recibieron la vacuna y los que no lo hicieron. “Estos resultados son prometedores, pero hace falta mucha más investigación para aprender más sobre los efectos de seguridad a largo plazo de esta vacuna viva”, dijo el autor del estudio Giovanni Ristori, de la Universidad Sapienza de Roma, en Italia.
Aurea Gutierrez
Divulgadora Científica – Crónicas Aureas