Actividad física y fibromialgia

La fibromialgia (FM) es una de las patologías más representativas de dolor crónico en la población. Además del dolor musculoesquelético difuso y generalizado, el paciente afecto suele referir otros síntomas acompañantes como cansancio r48_entrevistas_jeronimobalsalobre3generalizado, insomnio, rigidez matutina, etc. La variedad de síntomas que acompañan al dolor junto con la intensidad de los mismos permite clasificar clínicamente a los pacientes con FM en tres grandes grupos: sintomatología de intensidad leve, moderada y/o grave.

 

Estudios realizados a largo plazo sobre la FM han demostrado que los síntomas van y vienen guardando relación con aspectos como la hora del día, el nivel de actividad, cambios climáticos, etc.,  por lo que el impacto que la enfermedad tiene en la calidad de vida de quien la padece también varía de una persona a otra. No obstante es frecuente ver como los pacientes suelen tener que reducir su jornada laboral y/o cambiar el tipo de tareas que venían realizando. En una cuarta parte de los casos los pacientes con FM se ven obligados abandonar sus puestos de trabajo por referir una gran incapacidad como consecuencia del padecimiento de dolor crónico el cual suele comportar también alteraciones en el estado anímico, psicológico y sociológico de estas personas.

 

El desconocimiento sobre la etiología de la FM imposibilita, por el momento, disponer de una cura definitiva. El tratamiento es principalmente sintomático y se prioriza sobre los aspectos clínicos como el dolor y la impotencia funcional que el paciente refiere. Para ello disponemos de varias opciones terapéuticas las cuales pueden dividirse en farmacológicas y no farmacológicas.

 

Dentro de las medidas terapéuticas no farmacológicas, la actividad física es uno de los procesos más asequibles y que ha demostrado su efectividad en el control o disminución del dolor, del  insomnio, en la mejora del estado psicológico y el humor y en definitiva de la calidad de vida de los pacientes.

 

Según el nivel sintomático referido por los pacientes será necesario que el ejercicio físico sea supervisado por profesionales, no siendo obligatorio en los casos de sintomatología de intensidad leve. Ahora bien, en todos los casos es preciso tener presente una serie de principios para evitar que la práctica de ejercicio en lugar de resultar beneficiosa induzca un empeoramiento en el estado del sujeto.

 

Los factores básicos que se deben tener siempre en cuenta en todo programa de actividad física son:

 

  • La frecuencia y duración. Se debe establecer el número de sesiones semanales, así como las combinaciones entre series, las fases de descanso y las pautas de progresión más adecuadas a cada paciente en función del nivel de afectación que presente.

 

En el caso de la FM, en líneas generales es recomendable comenzar el programa con la realización de ejercicio físico 3 veces por semana, días no consecutivos y con una duración media de la sesión de 20-30 minutos aunque, si fuese necesario, atendiendo al estado del paciente podemos plantear un programa diario de menor intensidad y duración.

 

  • La intensidad. Resulta ser el aspecto más complicado en toda programación de actividad física, ya que va a depender de muchos factores, entre los que destaca por ejemplo, la técnica de ejecución.

 

A la hora de valorar la intensidad de la actividad física en pacientes con fibromialgia, creemos que una forma aconsejable es utilizar el porcentaje de frecuencia cardiaca. La intensidad máxima de un ejercicio la estableceremos en la zona comprendida entre el 60 y el 80% de la frecuencia cardiaca máxima

r49_salud_fibromialgiadeporte2Habitualmente los pacientes afectos de FM muestran inicialmente negación ante la actividad física como terapia. El dolor generalizado que padecen hace que se sientan incapaces de  iniciar la práctica de ejercicio físico, habiéndolo intentado en ocasiones de forma inadecuada por lo que han obtenido resultados contrarios a los esperados, provocándose un incremento en la intensidad del dolor. Es muy importante enfocar la actividad física como una forma de reentrenar el cuerpo, de modo que el paciente deberá comenzar realizando pequeñas actividades como por ejemplo caminar, nadar, practicar ciclismo en terrenos llanos o bicicleta estática durante un tiempo máximo de 10 minutos diarios. Según vaya mejorando su tolerancia al ejercicio irá progresando en el tipo, intensidad y duración de los ejercicios. En el momento en que el paciente ya esté entrenado y haya aumentado su capacidad física y reducido su fatigabilidad es importante que continúe realizando de forma regular una actividad física teniendo en cuenta que deberá ir aumentando progresivamente la intensidad de los ejercicios.

 

No es infrecuente que, a pesar de que el ejercicio físico es bueno para las personas con FM, en algunas ocasiones aparezcan crisis dolorosas o empeoramiento en el estado general que hagan dudar de su efectividad. En este sentido el médico puede ayudar considerablemente a los pacientes en esta fase de adaptabilidad al ejercicio físico con una pauta medicamentosa adecuada.

Por otro lado, es de vital importancia que el enfermo participe de forma activa y continuada en la práctica de actividad física, no esperando grandes resultados a corto plazo y siendo consciente que del mismo modo que la FM se ha ido instaurando en sus vidas, en la mayoría de los casos, de forma paulatina, los beneficios que pueden obtener con la práctica de ejercicio también se producirán progresivamente, comenzando a ser significativos a partir de los seis meses de participación continuada.

 

En lo referente al tipo de ejercicios a prescribir en el manejo de la FM, no es necesario que los mismos sean específicos ni sofisticados, siendo aconsejable realizar ejercicios aeróbicos y de bajo impacto (con el objetivo de evitar producir lesiones adicionales). Es importante que los ejercicios propuestos sean bien aceptados y de agrado por parte del paciente pues esto nos ayudará a evitar tasas elevadas de abandono. En este sentido resulta muy ventajosa la realización de ejercicio grupal, ya que fomenta la participación.

 

 

A modo de resumen, los principios generales a tener presentes en la preinscripción de la actividad física para el tratamiento de fibromialgia, son los siguientes:

 

1.-  Practicar ejercicio físico de forma regular.

2.-  Los programas de actividad física deben adaptarse de forma individual al estado clínico del paciente, siendo preciso su instauración de forma gradual.

3.-  La práctica de ejercicio requerirá siempre de un aprendizaje de técnicas de respiración.

4.-  Una sesión adecuada de actividad física deberá incluir una fase de precalentamiento de unos 5 minutos de duración, una fase de ejercicio aeróbico suave (es la actividad principal y se realizará durante 20 minutos) y por último una fase de relajación que incluya una serie de ejercicios de estiramientos cuya duración será aproximadamente de 5 minutos más.

5.-  Es muy importante mantener una correcta postura durante la práctica del ejercicio físico, evitando los gestos forzados.

6.-  Se debe reducir el riesgo de daño muscular iniciando la actividad con pautas de baja intensidad y evitando contracciones excéntricas (contracción de un músculo mientras se alarga su longitud).

7.-  Se ha de considerar los posibles efectos de los fármacos más comúnmente empleados en el tratamiento de la FM, ya que la mayoría pueden tener importantes implicaciones en el ejercicio.

8.-  Conviene evitar el abandono de los programas por parte de los enfermos, para ello, además de una adecuada adaptación al ejercicio, es necesario que las actividades propuestas sean dinamizadoras y divertidas, siendo recomendables aquellas que puedan realizarse en grupo. Es importante que el paciente se sienta a gusto y disfrute con la realización de las mismas.

 

 

Y de cara a nuestros pacientes, la mejor premisa es recordarles que un programa de actividad física adecuadamente adaptado a su situación clínica es una de las mejores opciones de tratamiento existentes hoy por hoy. Debemos convencerlos de los beneficios que pueden obtener con el ejercicio físico, fomentando su voluntad de contribuir de forma positiva en su tratamiento.

 

 

Montserrat Virumbrales, Médico

Agustín Acosta, Fisioterapeuta

Félix Cruz-Sánchez, Neurólogo

Grupo de estudio de fibromialgia.

Instituto de Ciencias Neurológicas y Gerontológicas.

Facultad de Ciencias de la Salud.

Universidad Internacional de Cataluña.

 

Artículo publicado en la revista Biorritmes, especializada en fibromialgia y síndrome de fatiga crónica.

www.biorritmes.com

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