Proyecto Esperanza

Pretende gestarse a partir de la preocupación por la considerable presencia de personas con adicción al alcohol en los Servicios Generales de Cáritas Diocesana, frente a la falta de recursos específicos para atenderles.  Se diseña y pone en marcha en Abril de 1991.

El Proyecto Esperanza pretende ser una puerta abierta para acoger y promover la rehabilitación de personas con problemas de alcoholismo,  y para sus familiares.  A diferencia de otras drogodependencias, el consumo de alcohol está muy presente y arraigado en usos y costumbres, desde casi cualquier celebración: bautizos, bodas, inauguraciones, fiestas de todo tipo…, hasta hacerse “insustituible” los fines de semana para muchas personas.  En la publicidad se asocia su consumo a la amistad, al status social, al éxito en las relaciones de pareja, a la diversión,… -¡nada más lejos de la realidad!-.

Cuando hablamos de personas con problemas de alcoholismo, no hablamos de los que popularmente se denominan “borrachos”, eso es sólo una forma más de manifestar la adicción.  Son cientos de  hombres y mujeres que desde distintas edades y estatus sociales, padecen una dependencia que poco a poco y calladamente, va minando sus vidas en prácticamente todos los  aspectos: físico, psíquico, familiar y social.   Adormeciendo la conciencia, la voluntad, la libertad, la confianza.  Pero no sólo de la persona adicta, también deja una enorme huella en su familia.

Mientras que con otras drogas hay un claro posicionamiento social,  con el alcohol hay mucha desinformación, “contra-información,” y más de un tópico.  Se considera un “vicio menor” sin saber lo que hay detrás de esta adicción y de las personas que la padecen; progresivo deterioro, enfermedades asociadas tanto físicas como psíquicas, accidentes laborales y de tráfico, malos tratos, desestructuración familiar, engaños y mentiras, inconsciencia, desilusión,…revista45_drogodependencias_proyectoesperanza2

El Proyecto se estructura a través de sus tres fases de trabajo:  Acogida, Comunidad Terapéutica y Seguimiento, desde las que progresivamente se plantean, desarrollan y profundiza en diferentes objetivos y acciones convergentes.
1.      Fase  de  Acogida:
Es la “puerta de entrada” al proyecto.  Desde allí atienden todas las demandas y las primeras atenciones y se establece una relación de ayuda que puede quedar en una intervención puntual (de una o varias sesiones), o en un proceso de trabajo encaminado a que tanto la persona alcohólica como su familia tomen conciencia de su realidad y de las posibilidades y recursos para asumirla y mejorarla, procurando generar itinerarios de inserción.

2.      Fase  de  Comunidad  Terapéutica:

Ubicada en el Vallle de Agaete en el noroeste de Gran Canaria, desde donde se realiza un trabajo terapéutico en profundidad con una duración de cinco meses durante los cuales se realiza una importante labor a nivel comunitario con el/la residente, que va desde la recuperación física y de hábito higiénico-sanitario, hasta un estructurado programa terapéutico centrado en el desarrollo personal, haciendo especial hincapié en establecer y/o reforzar el autoconocimiento, profundizar en la responsabilidad y la toma de conciencia; el cambio de hábitos, actitudes, pensamientos y estilo de vida, el compromiso ante la deshabituación, la conciencia de la dependencia, enfrentar y resolver las dificultades existentes y las que se vayan presentando.  El ámbito posibilita una gran riqueza para el desarrollo de un trabajo terapéutico en profundidad, y en el campo de las drogodependencias en particular.  Apoyándonos en técnicas educativo-terapéuticas se trabajan aspectos laborales, formativos, socioculturales,…  Propiciando un replanteamiento de valores, hábitos y actitudes, que permitan asumir responsabilidades y ser capaces d resolver los conflictos que se puedan producir.

Paralelamente se mantienen contactos periódicos con las familias, vía telefónica y a través de entrevistas y terapias individuales y grupales, con un carácter informativo, formativo, de orientación, y sobre todo de apoyo a la ya compleja realidad que viven.
Ya en números anteriores se ha hablado de la dinámica de funcionamiento y de las actividades y objetivos de la Comunidad Terapéutica: Área educativo-Terapéutica, Área Ocupacional y Actividades de Ocio y Tiempo Libre,.. Que básicamente son las mismas en los distintos centros.

3.      Fase  de  Seguimiento:

Es la continuación del proceso terapéutico, el objetivo principal de esta fase es  apoyar a los/as exresidentes de la Comunidad Terapéutica y a sus familiares una vez concluida la fase de Comunidad, reforzando lo aprendido y seguir fortaleciendo el autoapoyo.   Está concebida como una continuidad del trabajo de cara a orientar y apoyar en el proceso personal emprendido por cada una de las personas, y en muchos casos de sus familiares.

¿MATARME O DEJAR EL ALCOHOL?

Muchas veces, al abrir los ojos me descubría en el silencio y la oscuridad de la noche.  Mi cuerpo olía a alcohol.  A tientas, buscaba la botella de agua que solía dejar preparada al lado de la cama por si esa noche no conseguía controlar.  Me  preguntaba qué estaba ocurriendo, si aquello era la vida, y me juraba cada mañana en el baño, Mientras me deshacía, que ese día no iba a beber.

Llegó un momento en el que mi vida estaba tan sumida en el caos, que sólo veía dos alternativas: matarme o dejar el alcohol.  Tuve la suerte de conocer “Proyecto Esperanza” hace algunos años gracias a mi familia, pero aún pensaba que podía controlar.

Cuando crucé la puerta me temblaba todo el cuerpo.  Hasta el último momento antes e entrar y pese a los tres meses que llevaba de abstinencia, por mi cabeza rondaba la idea de ir al primer bar durante el Proceso.
Aprendí a llevar una rutina para levantarme, acostarme,… Aprendí a comer bien, siempre a las mismas horas.  Aprendí a jugar, a reírme, a llorar sin tener que beber para soportar sentir.  Incorporé a mi vida herramientas para responder con habilidad ante los problemas cotidianos. Conseguí poner límites y mantenerlos.

Al principio estar en la calle, da miedo.  A veces me sentía como una niña cuando tenía que tomar una decisión, no sabía qué hacer y preguntaba cómo se actuaba en esas situaciones.  He aprendido a creer en mí, a permitirme actuar y vivir con la equivocación como parte del aprendizaje de la existencia.

Tengo veintisiete años, estoy orgullosa de lo que he conseguido.  Estoy muy agradecida por lo que me han dado, mi familia, mis compañeros y “Proyecto Esperanza” porque ahora puedo decir cómo quiero vivir.

Gracias a todos

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