Las 40 voces del Coro OFGC buscan inspiración en las Montañas Sagradas de Gran Canaria para interpretar su cantata desde lo más hondo

El Coro de la Orquesta Filarmónica se “impregna” del legado aborigen justo antes del estreno de la obra dedicada al espacio

 

Un arqueólogo del Cabildo les explicó las claves del Paisaje Cultural declarado Patrimonio Mundial por la Unesco

Las cuarenta voces que dan vida al Coro de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria (OFGC) han subido a la cumbre de la isla para encontrar inspiración y ahondar en su conocimiento del imponente escenario natural y humano en el que se basa la cantata ‘Montañas Sagradas de Gran Canaria’, composición que se estrena este viernes dentro de la temporada de abono del conjunto musical del Cabildo.

 

El arqueólogo del Cabildo Carlos Santana ejerció de cicerone y sus palabras sirvieron para que los artistas comprendieran la verdadera dimensión del Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria, declarado Patrimonio Mundial por la Unesco y que encuentra ahora un eco sinfónico en esta composición de Ernesto Mateo para soprano, coro y orquesta que gira alrededor de los textos del cronista de Artenara, José Antonio Luján.

 

Los intérpretes llegaron a la cumbre envueltos en la neblina y la llovizna que han abrazado a la isla durante estos días. De pronto, y tras abrirse un claro, descolló ante su mirada la Sierra del Bentayga, uno de los espacios sagrados que estructuran la obra, y no pudieron evitar cantar espontáneamente parte de la partitura que alude a este hito simbólico y paisajístico cuyo nombre, según aprendieron, se podría traducir como “el que sostiene”.

 

Segundos después de obtener una fotografía del Bentayga, el barítono Néstor Pérez constató que la jornada les sirvió para “profundizar” e “impregnarse” de paisaje. “Nos ha puesto en situación, porque aunque no lo parezca, funcionamos muy gráficamente”, precisó. La contralto Rosa Montesdeoca se mostró impactada ante “la belleza casi agresiva y potente del territorio” y las alusiones constantes “a la reproducción, la Madre Naturaleza y la cosmología”.

El territorio mítico y sagrado de la antigua población insular Aprovechando el telón de fondo de la cuenca de Tejeda, Santana les explicó que para la antigua población canaria “los puntos culminantes del territorio eran los más cercanos a la Divinidad” y suponían por lo tanto enclaves propicios para establecer santuarios y marcadores solares y lunares que les permitían controlar las estaciones y que ponen de manifiesto el dominio de fundamentos geométricos, geológicos y astronómicos.

 

Santana añadió que la antigua población insular llegó a Gran Canaria procedente del norte de África y que “muy probablemente” se asentaría primeramente en el interior. “Este lugar posee una significación muy especial desde los primeros asentamientos y mantuvo su carácter mítico  tras el siglo VIII, cuando la población desbordó la cumbre, porque de aquí procede la sociedad que evolucionó en aislamiento durante 1.500 años”, precisamente uno de los rasgos que convierten al Paisaje Cultural en un paradigma universal.

 

El grupo, cada vez más curioso y admirado, interrogó al experto sobre múltiples aspectos, incluida la antigüedad de aquellos asentamientos primigenios, una pregunta que condujo directamente hacia otro de los lugares que protagonizan  la cantata, Arecuzen, la actual Acusa, donde se han encontrado los restos aborígenes más antiguos, datados a caballo entre el siglo I a. C. y el I d. C, es decir, en el cambio de Era.

 

Tras un recorrido por el paseo de Artenara asomados a la cuenca de Tejeda y sus inmediaciones, el Coro se adentró en el Centro de Interpretación de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria, espacio del Cabildo que sumerge en los valores del Paisaje Cultural y donde siguieron empapándose en conocimientos sobre un entorno que, según Santana, “también es coral y polifónico”, pues se caracteriza por la “superposición de capas poblacionales”.

 

La cantata se organiza en diez movimientos que recorren diferentes momentos y enclaves del legado aborigen y hunde sus raíces en una iniciativa del cronista Luján junto a un grupo de vecinos de Acusa. El cantante lírico Antonio Medina, vecino de Artenara, no podía ocultar su orgullo en la comida ofrecida por el Ayuntamiento. “Quisimos aportar nuestro granito de arena al proyecto de Risco Caído”, recordó este vecino de la cumbre que también se subirá al escenario del Auditorio Alfredo Kraus para cantarle a estas Montañas Sagradas que le vieron nacer, crecer y soñar.

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